Jesús estableció la Iglesia Católica para evangelizar, y nos da su Gran Comisión en el evangelio de Mateo de hacer discípulos de todas las naciones, bautizarlos, enseñar todo lo que nos manda y confiar en que él está siempre con nosotros. La razón por la que existimos como Iglesia es para evangelizar. Evangelizar es acoger a las personas en una relación personal con Dios que las transformará completamente por dentro y por fuera. Vivir la Gran Comisión de Jesús es tanto personal como comunitario. Cada uno de nosotros está llamado personalmente no solo a dar testimonio de nuestra fe, sino también a acompañar a otros en la fe. Cada una de nuestras parroquias, escuelas y ministerios tienen la misma misión, y debe fomentarse cada vez que la comunidad se reúne.
Para responder a la Gran Comisión de Jesús, nuestras parroquias, familias, escuelas y ministerios deberán cambiar de una orientación de mantenimiento a una de misión. Esto significa que debemos capacitar a nuestra gente, comenzando por el liderazgo, sobre cómo ser compañeros en la fe (cómo acompañar a otros en la fe). Esto comienza escuchando a los demás y contando nuestra historia de fe. Todos nuestros ministerios, organizaciones y actividades deben tener como meta hacer discípulos. Si una actividad no contribuye a formar discípulos, es necesario examinarla para ver si puede hacer la transición para que sí cumpla la misión de formar discípulos o si la actividad debe continuar.
Para hacer el cambio en nuestras parroquias, escuelas y ministerios, cada uno debe tener una visión clara y concisa, que sea conocida por todos los miembros. También debe haber un proceso para que las personas atraviesen los Umbrales de la Conversión y la Fe, y deben estar acompañadas en ese movimiento de fe. Los grupos pequeños han demostrado ser muy efectivos para permitir que las personas crezcan en el discipulado. Los líderes de nuestras comunidades deben ser formadores de discípulos capacitados que adopten la visión clara de fomentar el discipulado, el acompañamiento (capacitación de Ananías) y la formación de hacedores de discípulos. En verdad, todo en nuestras parroquias, escuelas y ministerios debe estar alineado con la visión de Jesús, que es su Gran Comisión.
Formar asociaciones dentro de nuestras familias, parroquias, escuelas y ministerios nos permitirá tener un Plan de Formación en la Fe para cada niño, joven, adulto, participante de RICA y familia. Las asociaciones asegurarán el acompañamiento y permitirán la formación de fe en grupos pequeños, proporcionando así el tipo de apoyo que cada persona necesita para atravesar los umbrales de la fe, para convertirse en discípulos y hacedores de discípulos.
Hacer el cambio en nuestras parroquias, escuelas y ministerios, del mantenimiento a responder a la Gran Comisión de Jesús, significará que todos, como Iglesia, estamos comprometidos con el acompañamiento, individualmente, en grupos pequeños y en comunidades de fe. Mi oración es que seamos capaces de escuchar las palabras de Jesús para hacer discípulos, bautizar a todas las naciones, enseñar lo que nos mandó y confiar en que él estará siempre con nosotros, hasta el fin de los tiempos.